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Los Padrotes: la esclavitud moderna tiene nombre y apellido.

Los Padrotes: la esclavitud moderna tiene nombre y apellido. Cuarto de Guerra, Apizaco

El artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos estipula: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, sin embargo, el estado de Tlaxcala, en los Estados Unidos Mexicanos, es un pedacito de tierra donde estas palabras son ultrajadas diariamente. En el pueblo de Tenancingo, los proxenetas han lucrado y hecho de esta actividad un “negocio” familiar: madres, padres, tíos, tías, hijos e hijas se dedican a violar los derechos de mujeres y niñas.

En Tenancingo, la cuna de padrotes, la esclavitud moderna es pan de cada día. Pienso que esta actividad se ha normalizado por varios motivos: En primer lugar, para que algo se legitime, considero que tiene que estar en contacto directo con las costumbres y tradiciones del lugar. En este pueblo, todos los días se pavonea la imagen del padrote: un hombre rico, violento y temido por los demás. Muchos pasean por las calles con extravagantes lujos comprados con la libertad que a miles de mujeres les fue arrebatada. Los niños están muy conscientes de la presencia de la trata como actividad económica en el pueblo. Por ejemplo, Javier, un maestro de la primaria, cuenta que los niños afirman que cuando crezcan quisieran ser padrotes (en la mayoría de los casos están emparentados con ellos) porque en ese negocio, “ganan mucho dinero y tienen muchas mujeres”. A su vez, esta influencia cultiva en los infantes un carácter misógino y abusivo, el maestro comenta que les gritan a sus compañeras: “¡órale, putas! ¡Váyanse de aquí, putas, aquí llegamos nosotros primero!”, las tratan a su antojo. La cotidianidad con la que ellas reciben estos maltratos con una actitud servil y resignada les enseña a no defenders, peor aún, a ser indiferentes, a que tienen que aguantarse, a comprender que no hay nada más que hacer.

En segundo lugar, pienso que la impunidad que disfrutan los padrotes contribuye a la normalización de la trata en Tenancingo. Esta impunidad nace y fluye por la directa participación de la autoridad: el mismo gobierno es un padrote. En el 2010, durante las elecciones para la alcaldía del pueblo, los aspirantes de siete partidos contrincantes, como los del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN), eran padrotes. Arturo Romero, del PAN, al realizar un evento de cierre de campaña trajo a prostitutas de la Ciudad de México para complacer a sus invitados. Cuando le acusaron de ser traficante de personas, el aspirante a la alcaldía del PRI saltó en su defensa diciendo: “Si lo acusan a él, nos tendrían que señalar a los siete candidatos porque todos trabajamos en lo mismo”. ¿Cómo se puede esperar que haya justicia cuando los que deberían ejercerla y salvaguardarla son los primeros en quebrantarla?

En tercer lugar, considero que la indiferencia e ineficacia de brindar seguridad por parte del Gobierno de la República propicia un ambiente perfecto para la normalización de trata de personas. En contraste con el punto anterior, opino que es muy diferente ser el autor del crimen a ser el juez del crimen. El Estado no proporciona las medidas de acción y seguridad apropiadas para poder erradicar esta actividad ilícita e infractora de los derechos humanos. Karla Romero Tezmol, de 12 años de edad, fue secuestrada el 13 de febrero del 2016 cuando iba a la papelería. En primera instancia, podemos mencionar la ineficiencia de la Alerta Amber. Muchas autoridades afirman equívocamente que para activarla se requiere esperar 24, 48 o 72 horas, pero mienten y solo pierden valioso tiempo para las investigaciones. Imeginemos cuántas cosas podrían pasar en esas 24, 48 o 72 horas. Los padres de Karla recibieron llamadas telefónicas de los secuestradores diciéndole que eran padrotes de Tlaxcala, que debían pagar rescate y que su hija ya estaba siendo prostituida en hoteles de la Ciudad de México. Los padrotes hasta les dieron la ubicación exacta de los hoteles y el paradero de la pequeña. La familia de la niña buscó un amparo después del rechazo por parte de la Procuraduría estatal de Tlaxcala para realizar investigaciones y obligar a las autoridades a recuperar a Karla, sin embargo, el juez del Distrito en Tlaxcala, denegó el amparo porque considero que no hay violación a los derechos de la menor. En teoría, el Estado es el que tiene la obligación de proteger a sus ciudadanos, de velar por el bienestar de cada uno de ellos. Son servidores públicos, están para servir a los individuos jurídicos que constituyen al Estado, pero en al realidad no lo hacen.

Los padrotes en Tlaxcala son una muestra del corrupto sistema de los Estados Unidos Mexicanos. Son un ejemplo de que la ley es un concepto vulnerable y fácilmente descartado. Vivimos en un país en el que la vida del otro resulta irrelevante, prescindible y, si es posible, comerciable. Es muy fácil criticar la situación desde la comodidad del hogar, tecleando fuertemente y con enojo sobre la injusticia en el país. No obstante, en este preciso momento, hay una mujer, niña o adolescente que delicada y resignadamente se coloca un labial rojo, se calza unos tacones y se dispone a cumplir con su “deber” mientras piensa que ya no tiene de otra, que no hay más vida que esa. Pero, ¿acaso eso es vida? La trata de mujeres es una situación muy real y muy presente en nuestro país, el primer paso es reconocerlo. Opino que, como ciudadanos, debemos de presionar al gobierno todos los días para que nos entreguen algo más que promesas vacías. Debemos de ser contundentes en que palabras como paz, libertad y justicia no son sueños, no son utopías, son metas que deben de ser realidades.  

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Carla Casas
  • Fecha: 22 de diciembre de 2016

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