Seguimos disparando a las pistolas
cuando los hombres
extañan jugar guerreritas en los patios.
Ahora sólo les queda enlistarse en la matanza
de sus amigos más enemigos,
complemento de todo lo que somos,
y lo saben
y no quieren matar
y disparan con los ojos cerrados.
Hay algo más de vida que esto
y aunque sea nuestro debut
eso otro de vida está tan vivo como nosotros.
35,000 o 40,000 muertos en una guerra de mexicanos contra mexicanos
de vecinos contra familias
de niños contra niños con cara de hombres,
la vida no cabe en un número, la muerte sí
los criminales no saben contar, las madres sí
no somos un pueblo cuenta-muertos
no somos nación-cementerio de flores rotas
somos mucho más que eso
somos millones de mexicanos derramando agrias lágrimas
por nuestros hijos muertos
por futuros padres
por nuestros amigos de la infancia
por la vida misma que andamos arrastrando.
Amar es por lo que amamos
no fuego
ni disparos en la pasión de las carnes.
Traemos el corazón escapando por la boca
y unos pájaros muertos en los bolsillos para darles formal
sepultura junto a los abuelos, viajeros.
Lloro por la gente que cree que está sola,
lleno de lágrimas los vasos de mi casa
y los ofrezco como si me ofreciera a mí mismo
a quien sea que haya olvidado
que en beber lágrimas ajenas uno florece.
El hombre no es sino la fuerza de los hombres.
No puedo hablar de mí sin pensar en mi madre
o en los hijos que no han nacido,
me resulta imposible hablar de la gente que no duerme
y no pensar en sus niños heredando el dolor trabajado:
los pies maleducados de los niños.
Y entre tantos que somos nadie encuentra la solución,
nadie logra adentrarse en los laberintos podridos de las mentes de nuestros políticos,
nadie entiende como tantos hombres de poder
desmuestran no conocer el gran poder de conservar la vida,
y aunque los culpamos más que a los mismos asesinos,
nunca los matariamos porque sabemos que matando
sólo llenaríamos nuestros panteones
de más hijos mexicanos.
Es que el problema no son los disparos,
ni los criminales que eran humanos antes de matar,
son los buenos,
somos los buenos,
que callamos igual que nuestros muertos
esta violencia que se alimenta del silencio.