Las noticias de los asesinatos en Cajeme, en Nogales, en Agua Prieta y en la región del desierto de Altar, dejaron de aparecer en la prensa. En su lugar el escándalo político y social que se vive en la capital se llevó todos los reflectores en el mes de mayo. Al final del mes comenzaron a aparecer comunicados en los cuales, tanto el comandante de la Cuarta Zona Militar, Cesáreo López Acosta, como el secretario de Seguridad Pública, Ernesto Munro Palacios, presumiendo del buen estado de la seguridad en la entidad.
El primero, López Acosta, expone que la forma de vida de los sonorenses es más tranquila en comparación con las de otras regiones y que lo único que lo mantiene con pendiente es la venida de la temporada de lluvias, de los plantíos de estupefacientes y lo que pueda ocurrir. Es decir, el comandante relaciona los brotes de violencia con las temporadas que están sujetas al cultivo y a la cosecha.
En cuanto a Ernesto Munro, secretario de Seguridad Pública, continúa asegurando que la policía estatal es eficiente, honesta, incorruptible y que la ciudadanía nada más habla mal de los cuerpos policiales sin conocer. Esto surge después de que a través de las redes sociales y de algunos medios locales se comenzó a dar a conocer que en Santa Ana había policías que se dedicaban a extorsionar.
Sin embargo, todo el silencio que se promovía por los representantes de la seguridad y el combate al crimen organizado; así como la distracción mediática de los temas sociopolíticos en la capital del Estado; se tambaleo con el asesinato del cantante grupero Tito Torbellino en Obregón. Lo mataron en un restaurante, a las 3 de la tarde mientras comía. La muerte del cantante, como en su momento también lo hizo la del Valentín Elizalde, nos recordó que la narco cultura es parte de nuestra idiosincrasia y con eso la violencia, los ejecutados y la nota roja en los periódicos. Después de la ejecución de Tomas Tovar, “Tito Torbellino” la nota roja volvió a los periódicos, aparecieron los ejecutados en Agua Prieta y al tipo que balearon en el Cerro de la Campana, a unos pasos de la Procuraduría General del Estado.
El silencio se rompe, pero se confunde con el ruido mediático que hacen las Fiestas del Pitic y que después van hacer los preparativos de la peregrinación anual que tenemos los hermosillenses el 5 de junio. Esta vez volveremos a marchar para recordarnos a nosotros mismos la tragedia de nuestra negligencia y la justicia que no hemos podido, ni sabido (y algunos tampoco han querido) dar a 49 niñ@s que murieron en el incendio de la guardería ABC. Pero no se preocupen… no pasa nada, esto es Sonora.
