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Consignas contra la prohibición, de Luigi Amara

Despenalización de la marihuanaEl primer sábado de mayo se celebra el día internacional a favor de la despenalización de la marihuana. Todos los años, en diversas ciudades del mundo, a través de marchas y batucadas, plantones y festivales, se deja oír el repudio a la estrategia prohibicionista en materia de drogas, que este 2011 cumple ya cuarenta años de haberse instaurado a nivel planetario a iniciativa del presidente Nixon. En la ciudad de México se realiza desde hace una década con una tradicional, humeante y a decir verdad lentísima marcha, alrededor de la Alameda Central o a lo largo de la calle Ámsterdam, en la colonia Condesa, así como en otros puntos de la urbe y del país.

El ambiente que predomina, más que de focos rojos, suele ser de ojos rojos, de allí que sin perder el tono combativo, la marcha casi siempre transcurra de forma pacífica (a veces al borde de la pálida y de la más hambrienta inacción). Fuera de apelaciones un tanto fumadas a la camaradería universal, que entre otras cosas han propiciado el gesto fotogénico pero no menos temerario de ofrecer una calada a los cuerpos policiales, no se han registrado mayores incidentes.

 

Al comienzo, las consignas y reclamos de las marchas tenían como blanco la política persecutoria del gobierno mexicano, que equiparaba, sin más, a los consumidores con los delincuentes. Algunas de las frases que se dejaban oír entonces en la ciudad (al ritmo desmayado del dístico habitual de la disidencia, con ese retintín de quien lleva el puño en alto, pero con un buen churro entre los dedos) eran por ejemplo las siguientes:

 

La mota legal
eleva la moral.

De Mérida a los Mochis
todos tenemos monchis.

Las leyes tienen huecos:
¡derechos al pacheco!

Un toque en la mañana
y adiós a la migraña.

Tampoco faltaban las consignas que, más que reivindicaciones del fumador de cannabis, eran una apuesta llana y pura por el debraye:

Mi vida es un thriller
cuando no encuentro al dealer.

Queremos enervantes
que sean más delirantes.

El sexo mejora
si fumas mota ahora.

Los Beatles no tocaban
si no se pachequeaban.

A pesar de que las políticas en materia de drogas se fueron modificando con el paso de los años, flexibilizándose por un lado, pero endureciéndose por el otro (si bien se aprobaron las dosis máximas de consumo personal, no mucho después se desató un guerra nacional contra el narcotráfico), las consignas a favor de la despenalización apenas se modificaron. Si acaso, cambió el énfasis, y el problema importante dejó de ser la criminalización del consumidor para ubicarse más bien en el paradigma mismo de la prohibición. Ya no los apañones y el crecimiento del mercado negro entendidos como síntomas, sino el origen inequívoco de la enfermedad: seguir creyendo que el consumo y el tráfico de estupefacientes se abaten con decretos, interdicciones y operativos. Entre las consignas que cobraron más fuerza destacan:

Liberen a la mota,
la bacha no se agota.

Ya basta de guarumo
¡defiende tu consumo!

No cierres más tu enfoque,
disfruta de un buen toque.

Un churro apagado
no lleva a ningún lado.

O como esta otra, de acento inusitadamente ibérico, que no dejaba de dar en el blanco:

Entiendan, ¡pardiez!:
¡derecho a la embriaguez!

Ahora que la guerra contra el narco emprendida por el presidente Calderón ha cobrado la vida de miles de personas, y que el clima de violencia, impunidad y corrupción no deja de crecer en todo el país, tal vez sea hora de que las consignan y reclamos a favor de la despenalización se enfoquen en contra de esta guerra fallida y demasiado costosa, de la que no está claro cómo podremos salir. Inmersos en una cotidianidad de decapitaciones, desaparecidos y enfrentamientos armados, resulta claro que la asignatura candente del momento no es ya la prohibición en sí, sino la serie de políticas sangrientas, obcecadas y unidimensionales que se implementan en su nombre. En vista de que las autoridades se rehúsan, no se entiende muy bien por qué razones, a ir a la raíz del problema —la prohibición y su mercado—, quizá no quede más remedio que presionar para que reorienten la forma de combatir al narcotráfico de un modo menos explosivo y más eficaz.
Contagiado por el sonsonete clásico de las consignas de protesta, y aun con ese escepticismo de base —como sea todavía no claudicante—de quien ya no confía mucho en las marchas y manifestaciones, pero participa en ellas, propongo estas nuevas consignas para las movilizaciones que vendrán, para las movilizaciones de todo tipo, virtuales y no, que para demostrar que no nos hemos rendido, es urgente convocar y organizar. Quizá si esperamos al primer sábado de mayo ya sea demasiado tarde.

Bajémonos del barco,
di NO a la guerra al narco.

Sin sangre y balaceras,
¡la guerra es financiera!

¿Por qué sacar el hacha
para apagar la bacha?

Evita el cataclismo,
cultívala tú mismo.

Comandos y emboscadas,
¿¡quién cree en mariguanadas!?

¿Por qué la única cura
sería la mano dura?

Ni el Mayo, ni el Chapo,
PROHIBIR es el gran capo.

Con sardos en la mesa
perdemos la cabeza.

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