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Responsabilidad social empresarial ante la violencia del crimen organizado

El mito fundacional sobre el valor del esfuerzo y la industria ha devenido falsedades y pretextos alimentados a los regiomontanos para cobijar a un empresariado que abandonó -vendiendo sus empresas a extranjeros- a su fuerza de trabajo. De igual forma en Monterrey las clases medias están desmovilizadas por la progresiva estigmatización de la crítica social que tenga visos de pensamiento revolucionario. Todo ello ha contribuido a vulnerabilizar a la ciudad ante los grupos del crimen organizado. Este 21 de febrero, la entrevista de Lorenzo Zambrano, director general de CEMEX, reforzó las falsas ideas de la cultura regiomontana sobre sí misma y el estereotipo negativo del exclusivismo regio al decir que no era lo mismo que se perdiera Monterrey a que se viniera abajo Ciudad Juárez, por la violencia del narco, a la vez que Zambrano eludió la magnitud de su responsabilidad como líder empresarial y promotor cultural de una región en situación de violencia creciente.


Los regiomontanos batallamos en el día a día para articular la realidad que nos toca, porque lidiamos al mismo tiempo con la caída del mito fundacional, la crisis del esquema de valores y con la posibilidad latente de ser atacados: por la incompetencia y corrupción del gobierno, por las balas de un fuego cruzado, verbalmente, directamente y después del incidente del Altata, también sexualmente. Muchos regios trabajadores ya fueron intimidados por el narco y dejaron el negocio que les daba, ¡para vivir! Sobre esto son las conversaciones del día a día aquí.  Los ‘regios’ despiertan apenas ahora del sueño de sentirse protegidos y ajenos al clima de violencia de otros estados al descubrimiento de la revolución de los lumpen proletarios encarnados en los sicarios jóvenes y violentos. Al tiempo, sienten la impotencia de ver que se ha gestado una clase política poco apta y desdeñosa que tiene como principal cómplice a una sociedad civil fragilizada.

 

Zambrano, según la entrevista, se ha dado cuenta demasiado tarde, pues desde antes de 2008 los pequeños empresarios eran intimidados por el crimen organizado (extorsiones, derecho de piso…) y comenzaba a proliferar el secuestro express en la entidad: “La violencia empezó a desatarse en 2008, pero al principio vivimos una etapa de negación. Pensamos que sería pasajera, que se trataba de acomodos menores entre mafias.” Estos son hechos que evidentemente no afectaron a la elite acuartelada. Cabe señalar que el mito de que “los narcos se matan entre ellos” desapareció cuando en 2006 el director de la Agencia Estatal de Investigaciones, Marcelo Garza y Garza fue ultimado a quemarropa en frente de su familia después de salir de la Iglesia de Fátima en San Pedro, Garza García. Esta muerte vaticinaba el fin de las formas antiguas de operar del narco y el inicio de la barbarie de los nuevos cárteles.

Resulta difícil creer que alguien del calibre de Lorenzo Zambrano no tuviera información de avanzada sobre el nivel y estilo de infiltración de los cárteles en Monterrey, “Ya habíamos escuchado que había narcotraficantes viviendo aquí, pero en su momento no exigimos que esa gente se fuera de la ciudad.”, ni de lo avanzado que estaba el “cáncer” que también implica la corrupción de las corporaciones policiacas. “Él dice y con razón que se encontró un paciente que cuando lo abrió estaba invadido de cáncer.”, así coincide Zambrano con la explicación del ataque tardío a un problema complejo y antiguo dada por el Presidente Calderón. De esa manera se desmarca de su rol como actor social.

Pero la historia es otra, pues es una realidad que los empresarios son una suerte de políticos de facto, entonces éstos también tendrían que haber descubierto este cáncer en sus etapas tempranas.  Hace poco un grupo de alumnos de la universidad en la que doy clases aquí en Monterrey manifestaba el semestre pasado, a propósito de la carta abierta que mandó Lorenzo Zambrano a los empresarios que emigraban a Estados Unidos para escapar la violencia, que no veían claro de qué manera podía ser el empresariado local responsable del problema del narco. Yo quería hacer un ejercicio de actualización de las tesis sobre las amenazas políticas y culturales que enunciaba Simón Bolívar en la “Carta de Jamaica” y el “Discurso de Angostura” y les pregunté sobre el rol de alguien como Lorenzo Zambrano como actor social en la crisis que vivimos. Los chicos argumentaban que las empresas lo que buscan es hacer dinero, cosa que todos deseamos y por ende no debería ser mala, y no creían que un empresario llegase al nivel de un policía corrupto, pues entienden que el policía lo hace por falta de recursos económicos y por naco. Los empresarios, parecería, por definición son adinerados y cultos y eso los exime de una posible colusión con los ‘malitos’ y/o responsabilidad social ante el problema del narco.

Esta disociación revela una maniobra de desideologización sutil, operada a lo largo de los últimos 20, 30 años, cuyo éxito realmente beneficia a la clase empresarial. Es cierto que los trabajadores de las empresas regiomontanas tuvieron épocas de bienestar durante los 70’s y 80’s que hoy en día se añoran. Pero dentro de los momentos ilustres de la calidad de vida de los regiomontanos hay una historia menos conocida sobre cómo se ha dejado a las clases medias a la deriva, por minar desde muchas instancias su derecho a disentir.  Cervecería Cuahutémoc Moctezuma (empresa de los Garza Sada), por ejemplo, históricamente ha negado trabajo a quienes tienen filiación comunista o de izquierda.  Aquí en Monterrey, hasta hace muy poco, la gente no salía a manifestarse por miedo a que la Secretaría de Gobernación los fichara y luego las instancias de gobierno y las empresas tuvieran acceso a esas listas y no les dieran empleo.

La fuente emblemática de estos temores compartidos, volviendo a los mitos fundacionales del carácter regiomontano, es precisamente la narrativa sobre el asesinato del empresario Eugenio Garza Sada por la liga 23 de septiembre.  Al grupo guerrillero marxista-lenininsta se le vincula -al menos en el discurso- a la orden de los jesuitas pro-teología de la liberación. La historia es efectiva para suscitar la aversión a los movimientos sociales, de los cuales los universitarios regios recientes sabemos muy poco. Esto se puede entrever en el optimismo ciego que le tenemos a la actuación del Ejército y demás fuerzas armadas, como si la historia de Monterrey estuviera desvinculada de la del resto del país y asimismo de las dictaduras militares de América Latina. A esto se le puede atribuir, en parte, la falta de visión crítica sobre la intervención militar en la región y la sensación de que el problema del narco en Monterrey es de reciente adquisición.  También se puede notar dentro de todo la prevalencia un clasismo que ha impedido la solidaridad humana entre diversos sectores de la población.  Esto se puede atestiguar en las reacciones de desprecio categórico a las protestas de los “tapados” que bajaron del Cerro de la Campana en 2008. El empresariado ha sido responsable de promover actitudes conducentes a una fragmentación social que ha entorpecido una toma de acción colectiva eficaz por parte de la sociedad civil.  Lo han buscado para seguir siendo modelos de aspiraciones de los regiomontanos y mantener a raya la crítica que eventualmente les exigiría más como líderes sociales.

Zambrano es parte de una iniciativa por parte del empresariado que ahora pone “manos a la obra” después de que el gobierno y la sociedad civil, se perciben faltos de herramientas para resolver la carencia de capital ciudadano en aras de ser un frente unido contra la violencia. Dicha reconstrucción recae fuertemente en el desarrollo de la exigibilidad y fortalecimiento de la conciencia sobre la importancia de la rendición de cuentas, y aquello que ellos llaman “valores” o “ética”. Estos parecen ser para el empresario las estrategias primordiales para la regeneración del tejido social. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, la interrogante permanece, ¿por qué no se hizo esto antes? Si crear ciudadanía recae en conformar una sociedad de individuos libres, responsables y solidarios, ¿por qué es justo el día de hoy que nos duele lo que no se construyó veinte años atrás? Estos ideales no son nuevos, y dado que los empresarios necesitan de la sociedad para llevar a cabo grandes negocios, ¿no será justo que Monterrey como cuna de sus empresas también les exija a ellos una especie de transparencia y responsabilidad?

Aquí la entrevista del País a Lorenzo Zambrano.

Información adicional

  • NAR: Cordelia Rizzo escribe sobre Monterrey. A raíz de la entrevista que le hicieron en El País a Lorenzo H. Zambrano Treviño, director general de Cemex.
  • Publicado originalmente en:: Cordelia Rizzo
  • Biografía: Maestra de filosofía y estudios culturales a nivel universitario y trabaja en pro de los derechos humanos de las minorías en Monterrey, Nuevo León. Es editorialista de los medios electrónicos Women and Foreign Policy y 15diario, donde aborda principalmente el poder de la discusión entre pares y el pensamiento crítico como regenerador del tejido social.

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