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Mayo en Guerrero: Apaxtla, un pueblo encerrado en el miedo

Foto: Ezequiel Flores (Proceso) Foto: Ezequiel Flores (Proceso) Foto: Ezequiel Flores (Proceso)

 

1.

Llegamos rayando las 11:00 de la mañana. El cabildo del ayuntamiento de Apaxtla estaba en un presídium frente a la población, en el zócalo de la cabecera municipal. Sería una sesión de cabildo abierto para festejar los 90 años de la creación del municipio. Más tarde habría bailables y declamación a cargo de secundarianos y secundarianas güeras y ojizarcas, y comeríamos una nieve especialidad del pueblo, cortesía del Movimiento Apaxtlense Adrián Castrejón, la organización ciudadana de la que emanó la autodefensa armada el 3 de noviembre de 2013.

 

Hubiera sido un festejo de aniversario más, con sus bailables y su declamación de poesía, y sus pobladores disfrutando bajo las lonas dispuestas para cubrir los rayos del sol, sentados en sillas dispuestas a lo largo y ancho de la plaza cívica, a no ser porque desde hacía tres años, no se celebraba nada; no se celebraba porque nada había que festejar. Los narcos de La familia michoacana tenían asolada a la población y a sus autoridades, que no atinaron más que a agachar la cabeza ante los secuestros, extorsiones y asesinatos de la que fue objeto la población.

Como quiera que haya sido y como quiera que sea ahora, el trauma no ha pasado del todo y el miedo aún se palpa en las calles y las plazas. Más aún que hace apenas un año, un día antes de los festejos o, mejor dicho, del aniversario, el 19 de mayo de 2013, un comando de La familia ingresó al pueblo, cateó casas, incendió dos camionetas en la entrada de la cabecera, robó unas combis del servicio público, mató a un chofer y luego a seis vecinos más. Y hasta al cura del pueblo lo golpearon y le robaron su vehículo.

Los narcos tomaron la cabecera municipal durante casi toda la mañana. Los vecinos cuentan que a las 10:00 oyeron los primeros disparos y vieron también cuando la gente corrió a esconderse en sus casas. Pasaba de la 1:00 de la tarde cuando volvió el silencio y uno que otro se animó a asomarse. Al siguiente día se suspendieron labores en todos lados, incluyendo el ayuntamiento que hasta encuarteló a sus cinco policías municipales, porque aunque llegó el Ejército la gente seguía con miedo.

Por eso ahora los vecinos dicen que aunque se sienten seguros, sí, esa sensación sólo los acompaña dentro de la pequeña ciudad, de no más de ocho mil habitantes. Que no pueden aunque quieran salir a otros municipios como Teloloapan, Ciudad Altamirano o Iguala por temor a ser secuestrados.

—Nos sentimos sitiados. La vía Apaxtla-Teloloapan es una amenaza para los pobladores —diría más tarde un ciudadano.

Se sientes seguros sí, pero después de las 10:30 de noche sólo en sus casas, de donde no salen por un toque de queda decretado por la autodefensa.



2

Las chicas de secundaria vestidas de falta de mezclilla y camisa a cuadros bailan sonrientes una danza norteña. Sus parejas, chicos de la misma escuela, visten igual. De pronto lanzan gritos de euforia, así como lo ensayaron. Antes de que entraran a escena, el alcalde Efraín Peña Damacio agradeció a las autodefensas por traer la paz de regreso a su pueblo. Peña, con gafas oscuras para ocultar un ojo moro, cerró la sesión de cabildo como parte de la ceremonia oficial por los 90 años de la creación de su municipio.

El alcalde dio un discurso acaso diferente de los que se habían pronunciado en los últimos años —hasta antes de que por la violencia se suspendiera este festejo—. Y en vez de hablar de quiénes y cómo se creó el municipio, llamó a mantenerse unidos ante la criminalidad y a seguir respaldando a los hombres del Movimiento Apaxtlense, “porque son gente del pueblo”; y en lugar de mandar mensajes a los ciudadanos mandó mensajes al narco: “No vamos a avalar —dijo— a ningún grupo delincuencial. Estaremos con el pueblo hasta el último minuto”.

La intervención del alcalde hubiera sido pura retórica, si no fuera por los antecedentes y porque en ese momento había 40 vecinos de la región secuestrados, de los cuales unos tres habían sido liberados por la Marina en Tlalchapa. El hijo de don Efrén, estaba entre ellos. Don Efrén es un vecino de Apaxtla que nos encontró en el zócalo y que quiso hablar con nosotros de su caso. Antes que su hijo, él estuvo secuestrado por tres meses y medio, en junio de 2013. Recordó que lo levantaron afuera del ayuntamiento, donde trabaja hasta la vez. Su familia hizo lo que pudo para juntar el dinero y conseguir liberarlo con bien.

Su hijo fue liberado por la Marina pero la misma Marina se los llevó a la ciudad de México. Le pregunté si por eso no temía que lo estuvieran vinculando con algún grupo delincuencial y dijo que no. Que estaba seguro que no. Agradeció, como muchos vecinos agradecen a la autodefensa, que hayan pacificado el pueblo, aunque de todos modos están encerrados porque no pueden salir del municipio.

—Nos sentimos seguros aquí, pero tememos que si vamos a Iguala o a Ciudad Altamirano nos secuestren en el camino.

—¿Y no van?

—No vamos.

Su hijo fue secuestrado del autobús en que viajaba rumbo a México. Cuando iban por la comunidad Emiliano Zapata hombres armados pararon el camión y lo sacaron a él, a su madre, mujer de don Efrén, y a dos hermanos más. A ellos los dejaron ir pero se llevaron al muchacho, que es ingeniero en computación.

—Apenas secuestraron a otros nueve más. Fue en Pachivia (municipio de Ixcateopan) y cuatro de esos eran de aquí.



3

Apaxtla tiene 19 comunidades, entre todas hacen 12 mil 300 habitantes y la mayoría está en paz, aseguró el alcalde, salvo cuatro: San Benito, San Pedro, Los Limones y Libertaltepec; en este último hace apenas unas semanas la Marina se enfrentó con los narcos de La familia y un marino murió. El comisario de Xochitepec, Román Morales Torcino, está aquí para atestiguar que sí, que ya hay paz en su pueblo.

—Estamos contentos con la presencia de Ejército —dijo cuando lo entrevistamos.

Hace unos meses salieron huyendo de la violencia unos 800 vecinos de los poco más de mil que habitan Xochitepec, que es el pueblo más grande de Apaxtla, sólo después de la cabecera. Ahora, dijo el comisario, han regresado unos 200 porque están viendo que la cosa se está poniendo mejor. Doscientos son al rededor del 30 por ciento del total que huyeron, pero cuando hablamos con el alcalde nos dio una versión distinta. Él dijo que ya había regresado 70 por ciento, es decir, unos 560 de los 800 que huyeron.



4

Cuando salimos del pueblo sólo una patrulla de la Policía Municipal estaba estacionada afuera de la comandancia. Con la presencia de las autodefensas no han sido tan necesarios los municipales, y menos porque el alcalde les ha dado su reconocimiento y respaldo.

En el municipio hay 20 policías preventivos, de ellos 17 fueron mandados a certificarse, así que apenas tres conformar ahora toda la corporación. Nos lo dijo el alcalde cuando se sentó un rato con nosotros para que lo entrevistáramos, mientras que el festejo se desarrollaba al fondo de la explanada. El alcalde aprovechó todo lo que pudo los reflectores y anunció que la autodefensa pasaría a formar parte de la Policía Rural, el proyecto que el gobernador Ángel Aguirre Rivero impulsó para tratar de darle rumbo a tanta inconformidad social por la inseguridad en los pueblos, y ante el anuncio de la gente de mejor armarse antes de esperar que el gobierno les llevara seguridad.

Sólo que los miembros de la autodefensa Adrián Castrejón no están tan seguros de ello. Cuando hablamos con los dirigentes, que por miedo —la forma más tangible del miedo— nos pidieron que no se revelaran sus nombres, ni siquiera mencionaron la posibilidad. Lo que es más, dijeron que aunque no tienen problemas con el Ejército ni quieren tenerlos, es claro que los soldados tienen la consigna de desarmarlos.

—¿Cómo saben eso?

—Estamos rodeados de tres batallones. El 33, el 21 y el 27, con ningunos hemos tenido grandes roces, salvo con los soldados del 33 que han buscando provocarnos para justificar desarmarnos.

—¿Qué armas tienen?

—Pistolas 22 o 380 y escopetas.

—¿Y qué piensan hacer?

—No vamos a dar un paso atrás —dijo uno de los dirigentes en la plática en el zócalo.

Otro más reconoció que el narco los tiene infiltrados y que mediante esos personajes les han mandado decir que los dejen trabajar y a cambio van a vivir bien.

—Pero no, no vas a desistir —acotó.

—A la cabecera ya no se meten. Estaremos en pie de lucha a pesar de las amenazas —dijo otro.

La autodefensa de Apaxtla está conformada por unos mil hombres de todos los estratos sociales, que se dedican a todas las actividades. Hay comerciantes, hay campesinos, hay profesores. En ellos sólo permea el interés de mantenerse a salvo y mantener a salvo a sus hijos y a sus mujeres. Tienen una Gaceta desde donde buscan comunicar las medidas de seguridad que van adoptando. Como el toque de queda, que ellos le llaman “continencia extraordinaria”. La medida la tienen vigente desde noviembre pasado y consiste en que desde las 10:30 de la noche y hasta las 5:00 de la mañana nadie puede salir de sus casas a menos que sea una urgencia médica de algún poblador, previa autorización y aviso a la gente de guardia.

Cuando llegamos unos hombres se nos acercaron y nos dieron una gaceta. En ella buscan también definirse. “Somos autodefensa y como tales lamentamos que el Estado mexicano y sus instituciones se hallen rebasados por el crimen organizado. Lamentamos también que el ‘Estado de derecho’ sea sólo una palabra de ornato en el discurso de los políticos, quienes a su vez, sean un simple instrumento al servicio del crimen, que no sólo se hagan sordos ante los delitos que estos criminales comenten, sino que suelen ser sus cómplices.

“También somos comunitarios cuya organización emana de ser víctimas del delito y de la violencia desbordada. Un comunitario se debe a su gente y a su pueblo ya que de él emana. Concebimos a la comunitaria totalmente independiente de intereses económicos, filiaciones políticas e influencias externas, su principal encomienda es servir al pueblo. (…) Pero sobre todo somos apaxtlenses, cuyo principal objetivo es vivir en paz y con justicia. Somos respetuosos de las instituciones y de la ley, pero nos vamos a defender con toda nuestra fuerza contra aquellos que enarbolen el secuestro, la extorsión, el homicidio y el crimen en todas sus modalidades”.

En palabras de los dirigentes, los narcos no representan más que cobardía y atrocidad. “Son unos bárbaros que nos mantuvieron en silencio por más de cuatro años. Con medidas de terror sometieron a la gente”. Uno de ellos recordó que cuando los narcos reinaban cobraban cuota hasta en las escuelas. “Ellos decían que aunque sea fueran cuotas mínimas para hacerles recargas a sus celulares”.

—Y, ahora, ¿cómo va todo?

—A la cabecera ya no se meten. Pero afuera siguen parando los autobuses, paran las combis. Hay gente secuestrada desde hace tres meses. Los maestros que dan clases en las comunidades tienen muchas dificultades y tiene miedo.

—¿Y el Ejército, y la policía?

—El Ejército llega y “ellos” se van; el Ejército se va y “ellos” regresan.

—Hasta que les dijimos a los soldados —interviene otro—: “tienen que detenerlos”.

—Y los detuvieron.

—No, por eso estamos nosotros.

 

 

Información adicional

  • Por: : David Espino
  • Nombre del / de la periodista: : Reportero, catador de mezcal y de café. Tres veces premio de declamación en la secundaria
  • Biografía: davidespino.flavors.me / Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. / @reporteroerrant
  • Fecha: 14 de junio de 2014

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