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Junio. Sonora: Hijos de la violencia

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La Universidad de Sonora tiene un eslogan que se ha quedado vacío con el uso pero de un gran valor humanístico. La frase que se ha trillado y se escucha en todas las ceremonias de la Universidad es “El saber de mis hijos hará mi grandeza”.

Cuando la escucho, en mi cerebro resuenan otras dos versiones que considero más apegadas a la realidad y el actuar en general de los miembros de esta comunidad universitaria: “La ignorancia de mis hijos me mantendrá como vaca sagrada” o “El desarrollo integral de mis hijos amenaza mi farsa” 

Posiblemente en este punto se preguntan por qué arremeto contra los universitarios en vez de andar evidenciando vínculos entre narco y políticos o describiendo la violencia que se vive en el Estado. Mi respuesta a su incógnita no está en lo que los universitarios hacen sino en lo que han dejado de hacer como comunidad y en las razones por las que lo han dejado de hacer. Porque créanlo o no, hubo un tiempo que Sonora tuvo una universidad que en verdad marcó precedentes sociales importantes. El más importante de ellos fue hace cuarenta y seis años, en 1967, con la huelga estudiantil que marcó el camino de los movimientos estudiantiles en México y en cierta medida al movimiento del 68. En la plaza Emiliana de Zubeldía se vieron por primera vez las caras estudiantes y militares, y el Estado estrenó la violación castrense como “modus operandi” para la solución de conflictos.

Actualmente la plaza mencionada alberga 49 cruces en memoria de los niños fallecidos en el incendio de la Guardería ABC y el cinco de junio fue el escenario de una de las manifestaciones ciudadanas más importantes y auténticas en la historia de Sonora y quizás del país. Los padres del Movimiento 5 de Junio lograron concentrar en una marcha a casi 20 mil personas. Llena de momentos emotivos y de escenas de un gran valor simbólico, la marcha anual del 5 de junio confirmó su valor catártico para la sociedad hermosillense. Dejando ver un dialogo entre padres de víctimas de la tragedia y sociedad civil, que reitera a los padres del Movimiento 5 de Junio su incondicional apoyo en la búsqueda de justicia por la muerte de 49 niñas y niños en la tragedia de la Guardería ABC.  Ese diálogo se dio en la plaza Emilana de Zubledia, lugar donde fueron reprimidos los estudiantes en el 67.

A diferencias de otras marchas de este movimiento, en esta ocasión niños sobrevivientes al incendio o familiares infantes y amiguitos de los niños fallecidos encabezaron la marcha portando los retratos de los 49 niños que murieron. Lo hicieron con estoicismo, con dignidad, orgullo, esperanza y mucho amor. Cuando se llego a la plaza los niños continuaron estoicos cargando las fotos como fondo de un escenario improvisado que le daba la cara a la rectoría de la Universidad de Sonora. Una parte de la comunidad universitaria estaba allí apoyando a los padres del movimiento, pero otra, la que ocupa los puestos administrativos y que desde hace mucho ha dejado de ser ciudadana, nunca se manifestó. La misma clase universitaria que después ocupara puestos en la secretaria de educación del Estado y que reducirá a simple “bullying” los  actos de xenofobia y machismo de unos niños que sólo proyectan los valores de la sociedad en la que han sido educados.

En sólo un mes Sonora ha sido el escenario que pone su esperanza en sus niños y, a la vez, el lugar donde se les da la educación más nociva que puede recibir un ser humano: la del odio y el miedo. Los dos acontecimientos nos llevan de manera directa o indirecta a la comunidad universitaria, a los valores humanísticos del alma mater sonorense o a la degeneración de esa misma alma mater.

En el caso de “bullying” que se dio en una escuela Hermosillo y que se volvió famosa a nivel nacional gracias Youtube, la respuesta de Mendivil como secretario de educación deja mucho que desear para un hombre que se supone fue rector de una universidad y que se ha dedicado la mayor parte de su vida a la educación de alto nivel. Cuando la madre de la niña le dice al Secretario de educación que el problema no se reduce a que los profesores hayan dejado a los niños tanto tiempo solos o a que la dirección del plantel no le hubiera notificado del incidente, Mendivil no manifiesta preocupación. La señora le habla de cómo su familia se siente insegura y en el punto de mira de la sociedad hermosillense. Mendivil sólo presume que en el sistema educativo sonorense se tienen programas para tratar a niños con pocas capacidades intelectuales, negándose a aceptar que el problema de fondo está relacionado con un discurso xenófobo y machista que se ha promovido desde mucho tiempo atrás por parte del gobierno del Estado y que la actual administración lo sigue usando por costumbre. De este modo vemos que por parte del Gobierno del Estado no hay una reflexión profunda de los problemas que tiene en su comunicación social la cual ha promovido una cultura regionalista que en muchas ocasiones sustenta la xenofobia

La escena de “bullying” en la escuela de Hermosillo se volvió famosa y pone en entredicho la educación en el estado y los valores que se promueven desde él, recordándonos los casos en los cuales por la xenofobia niños han sido víctimas y victimarios de la violencia. En un México sistémicamente violento nos tenemos que preocupar por cómo cultivamos el miedo y el odio de manera no evidente en los niños y adolecentes. Actualmente cada vez son más jóvenes las víctimas del crimen organizado y esto también se refleja en Sonora. A finales de junio los medios locales le dieron especial seguimiento al caso de dos jóvenes, uno de 25 años y otro de 16, quienes desaparecieron cerca de un rancho en Trincheras y después fueron encontrados muertos. El seguimiento que le dieron los medios a la búsqueda de los jóvenes hasta encontrarlos muertos y el hecho de que hayan sido aun estudiantes de prepa y universidad fue lo que hizo que estas víctimas se quedaran mejor grabadas en la memoria ciudadana.

Recordar la tragedia del ABC nos lleva a tener presente que la corrupción, el tráfico de influencias y la negligencia nos hace dudar de la seguridad no sólo de las estancias infantiles sino también de las escuelas y los centros educativos. El video de “bullying” nos cuestiona el modelo educativo y el papel del Estado en la divulgación de ciertos valores que no ayudan a sobrellevar la violencia sistémica del país. Todo lo contrario, vemos a un Gobierno del Estado que a través de su comunicación social a promovido un regionalismo que ayuda a que se den actos xenófobos y añaden más violencia. Por último, Sonora termina dándose cuenta de la vulnerabilidad en la cual se encuentran sus jóvenes con la desaparición de dos de ellos.

Volviendo a la comunidad universitaria dormida, la sociedad civil de Sonora necesita que retome su rostro humanístico encerrado en la frase que sus rector y exrectores como Mendivil, han dejado vacía “El sabor de mis hijos hará mi grandeza”. Así como los padres del Movimiento ABC han hecho poniendo la esperanza en los niños, las instituciones educativas deben poner sus esperanzas en los jóvenes con una educación de la no violencia con enfoque multicultural. 

 

Información adicional

  • Por: : Hermes D. Ceniceros
  • Biografía: Comunicador freelance y candidato a Dr. por la Universidad de Barcelona. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. / @HermesDCeniceros

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