Como muchos saben el movimiento surge de la indignación de los padres de los 49 niños que perdieron la vida en la tragedia del incendio en la Guardería ABC en Hermosillo Sonora el 5 de junio del 2009. En el libro de Diego Enrique Osorno Nosotros somos los culpables aparece un elemento muy simbólico que retomaremos para pensar una condición sociocultural de Sonora frente a cómo reacciona al incremento de la violencia en el estado y en el país. En la guardería había una lona en el techo que simulaba la de un circo. Se tenía allí como elemento decorativo y para simular el techo real de las instalaciones. Sin embargo, esta lona era de un material flameable que en el momento del siniestro hizo que dentro de la guardería hubiera una auténtica lluvia de fuego. Osorno vio en esta lona un simbolismo terrible: “la ilusión en la que estamos atrapados, el engaño del poder”. Y es que como lo hace Osorno y los padres del Movimiento Ciudadano 5 de Junio, debemos darnos cuenta de que vivimos esclavizados por las apariencias, por simular ser algo que no somos. Ver más allá de la lona de las apariencias que se guardan, las que nos pone el sistema, es ver la realidad que en cualquier momento se puede incendiar.
Traigo todo esto a colación porque en todo el mes de mayo vimos que las muertes relacionadas al crimen organizado se incrementaron casi al triple. El municipio donde más se nota todo esto es el de Cajeme. Los meses anteriores se había reportado casi un muerto por día en todo el estado, pero los primeros 17 días de mayo sólo Cajeme tenía ya 10 ejecutados. Esto rápidamente hizo que en algunos diarios de circulación estatal saltaran notas de preocupación por el incremento de la violencia. La primera de estas notas aparece en el periódico Expreso y el jefe de la policía Fernando Isaac Apodaca Lauterio resalta que ha habido un incremento de un casi 50% de muertes violentas en el municipio. En el diario Entorno el día 24 de mayo aparece otra nota que da a relucir la preocupación por el alza de la violencia en el estado, principalmente en Cajeme. En esta nota el director de la Policía Estatal de Seguridad Pública (PESP) Alonso Ulises Méndez Manuell-Gómez dice que la Base Operativa Mixta (BOM) ha entrado a tiempo para controlar la ola de violencia en el estado, e invita a la ciudadanía a que participe denunciando. Citaré textualmente cómo viene en la nota: “Las personas deben hacer un análisis de los integrantes de la misma familia, evitar riesgos, denunciar para ayudarnos como autoridad a prevenir el delito”. Más abajo, en esa misma nota, se menciona que esta invitación al ciudadano para que sea halcón de la policía es una de las estrategias de prevención que se implementan en los municipios de Hermosillo, Caborca, Nogales, Cajeme, Navojoa y la frontera con Sinaloa. Esta lógica de caza de brujas no ayuda a prevenir la violencia, todo lo contrario, sólo la incrementa de una manera negligente porque invita a la sociedad civil a exponerse a un ajuste de cuentas y a convertirse en víctima del crimen organizado. Los programas de prevención del delito no deben invitar a la sociedad civil a exponerse a estar bajo fuego cruzado. Todo lo contrario: debe ponerlos a salvo. Dar elementos para que incremente la seguridad y no sólo la sensación de seguridad. En este sentido, la prevención del delito debe planearse con objetivos a mediano y largo plazo para fortalecer el tejido social. Reducir la desigualdad e incrementar las oportunidades de desarrollo, dando opciones a los ciudadanos a tener una vida legal digna para que el crimen organizado no parezca una alternativa para sobrevivir. También esta prevención debe plantearse preguntas sobre los marcos jurídicos que usa para considerar lo que es un delito, de manera que deje a un lado las prácticas en las cuales se criminaliza a diestra y siniestra a jóvenes, pobres y consumidores de cualquier tipo. Lo que hace el director del PESP es invitar a la ciudadanía a criminalizarse a sí misma en base a prejuicios sociales y eso sólo divide a la sociedad, desgarra el tejido social y nos lleva a generar más violencia.
En la información que se les da a la ciudadanía en los periódicos y medios informativos locales tenemos quizás la lona de esta sociedad en medio del clima de violencia y de la oleada de ejecutados que azota al estado. Con esto se apela a esa soberbia muy sonorense, que se cree que es altivez, para diferenciarse del resto de los estados de México y creer que se vive en una burbuja que nos protege casi mágicamente. Por este motivo y frente a la oleada de ejecutados que azotó a Cajeme en el mes de mayo comienzan a salir notas en las cuales se sostiene que por tres años consecutivos Sonora se ha mantenido como la frontera más segura de México según el Centro de Investigación para el Desarrollo AC (CIDAC). Según este mismo estudio, Sonora es el número 6 en la escala de menor prevalencia delictiva. Estos datos los presenta el Secretario de Seguridad Publica Ernesto Munro Palacios para controlar el pánico que la alza de ejecuciones comienza a generar en la sociedad civil. Pero también lo usa como propaganda partidista para reconocer al gobierno panista de Padrés y argumentar la coordinación en los tres niveles de poder que hay en Sonora. Sin embargo, si somos más perspicaces y analizamos mejor la realidad del estado en el marco de su posición geográfica podremos darle otra lectura a esta simulada tranquilidad. Darnos cuenta que ésta tiene un por qué sujeto a los intereses del crimen organizado y en espacial al de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo.
Las principales rutas de trasiego del cartel de la Republica de Sinaloa pasan por Sonora porque Arizona, el estado norteamericano con el cual se hace frontera, es reconocido por ser la bodega más grande del mundo. En el libro El imperio del Chapo coordinado por Rafael Rodriguez Castañeda hay un artículo (“Arizona, acceso libre”, de J. Jesús Esquivel) sobre el poder que tiene Guzmán Loera en Arizona, al punto de que a la frontera que se tiene con Sonora se le conoce como la puerta verde. Tener la droga en Arizona le da a los cárteles la ventaja geoestratégica de distribuir a cinco estados de los Estados Unidos: Utah, Nevada, Nuevo México, California y Colorado. De modo que mantener las rutas de acceso a Arizona es primordial para los intereses de Guzmán Loera. La tranquilidad que nos quieren hacer creer que se vive en Sonora es como la lona que cubría el techo de la Guardería ABC: sólo nos impide ver lo que hay más allá, la realidad de nuestra posición geográfica en el mapa de las rutas de trasiego y en los territorios del crimen organizado.
Siguiendo esta misma lectura y comprendiendo la posición geográfica de Sonora es posible entender la nueva oleada de violencia que azota a municipios como Cajeme. La captura de Inés Coronel Barreras, el primero de mayo en Agua Prieta, término dejando un vacío de poder en la región debido a que éste no sólo era el suegro del Guzmán Loera sino también era el coordinador del transporte de mariguana en Sonora para el Cártel de la Republica de Sinaloa. Después de su aprensión, la lona que nos impide ver la realidad comienza a tambalearse y entre los ruidos de las balaceras que cada vez son más seguidas y más cerca de nuestras casas, algunos ya podemos sentir el fuego que viene. Reconociendo escenas que antes nos parecían lejanas o de película, como el robo de 60 Ford Fusion de la planta Ford Hermosillo, que después dijeron que eran 32, o el ataque a elementos de la PEI en Pesqueira donde quemaron una patrulla como sucede en otros estados.
