Perú

1986

Publicado en Perú
Prometió hacernos guardias y he aquí que nos hace caballerosLa guerra de las Galias, Julio César Era 1986, yo tenía 15 años. El paso del tiempo, los recuerdos, las lecturas, la edad, me permiten tener una visión más compleja de lo que ocurría entonces. Aunque me temo que esa visión seguramente va a oscurecer, y en ocasiones  a aclarar, lo que me pasó aquel día. Lo digo al empezar porque lo que ocurrió fue simple, no mereció ningún análisis ni ese ni los días siguientes; tampoco dejó secuela alguna las semanas, meses y años posteriores que no pasé recordando lo ocurrido como tal vez hubieran hecho otros, sino, por el contrario, esforzándome por rescatarlo del olvido. Quién sabe por qué.…
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La comisiónLa Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) nació en un clímax democrático como pocas veces se ha visto en el Perú, luego de los escándalos de corrupción destapados por los medios y de las marchas de protesta contra Alberto Fujimori. Mucha de su autoridad moral provino del gobierno transitorio del probo Valentín Paniagua, un presidente elegido por el congreso de la república fundamentalmente para convocar a nuevas elecciones, luego que su predecesor abandonara el Perú, renunciara a la presidencia por medio de un fax, y se refugiara de la extradición bajo la nacionalidad japonesa que hasta entonces había ocultado.Tras una década de identificar a la izquierda con Sendero Luminoso y el terrorismo, Paniagua, y posteriormente Alejandro Toledo, abrieron…
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Entre 1989 y abril de 1992 trabajé para un semanario de izquierdas ligado a un partido marxista. Trabajar es una forma de decirlo. Fui, junto a los otros dos redactores-fotógrafos-laboratoristas con los que formaba la base llana de la redacción, un colaborador gratuito, entusiasta y voluntario. Contado al director y a los dos o tres editores de cierre, debíamos ser unas ocho personas en total, y sólo el diagramador y la mecanógrafa que se encargaba de pasar nuestros textos a columnas —las famosas galeradas que luego se pegaban con goma en los artes finales que iban a imprenta— recibían un pequeño sueldo por la venta de sus respectivas fuerzas de trabajo. Con todo, eran ingresos frugales, incluso diría simbólicos, ya…
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