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Marzo de 2012: Editorial de Alejandro Vélez Salas

Detrás, el olvido... Monterrey Detrás, el olvido... Monterrey Detrás, el olvido... Monterrey

Mi padre jugó beisbol de joven y siempre me ha explicado la importancia del sentido del oído para el oficio de jardinero u outfielder. “Por el sonido yo ya sabía si el batazo venía de mi lado o no, y qué tan fuerte le había pegado el bateador”, todavía suele contarme al recordar su deporte de juventud. El pasado 13 de marzo, durante un juego de exhibición de los Saraperos de Saltillo, este sentido volvió a ser importante, aunque ahora para que jugadores, aficionados y organizadores distinguieran el ruido tan distintivo de las armas de fuego en las proximidades del estadio Abraham Curbelo y llegaran a tiempo para tirarse al suelo para evitar una desgracia.

En las redes sociales se habló de una persecución entre Policía Federal y pistoleros, pero no se supo más. “Muy fea está la situación, no hay forma de garantizar la seguridad ni en un estadio, ni en ningún lado, sólo nos resta pedirle al Señor que nos cuide” fueron las declaraciones de Derek Bryant, entrenador de los Saraperos, sobre el incidente.

 

El mismo sentimiento de miedo y desesperanza -aunque exacerbado por la confusión y la desinformación- lo experimentaron los habitantes de Guadalajara el 9 de marzo, cuando la detención de un desconocido capo, Erick Valencia Salazar alias “el 85”, provocó el caos en la ciudad y su zona conurbada. Bloqueos en calles y carreteras, autobuses incendiados y balaceras indiscriminadas crearon el terror en la población sin una razón aparente. Los gobiernos local y federal volvieron a mostrar que están muy lejos de la sociedad y se escudaron tras los discursos para tapar sus carencias y errores.

Para ir más allá de lo que informaron los noticieros recomiendo el artículo “Acusan al gobierno de fabricar sicarios” de Priscila Hernández. El articulo cuenta historia de Moisés Corona López, conductor del autobús número 12 que murió calcinado en un bloqueo. En medio de la confusión, la ciudadanía y los medios le pegaron la etiqueta de culpable y hasta subieron a las redes sociales fotos de su cuerpo calcinado con frases como “qué se pudra achicharrado”. Las autoridades no hicieron nada por limpiar el nombre de Moisés y fue su adolorida esposa la que salió a los medios a contar su tragedia. En el artículo también está la historia de los miembros de una familia que fueron literalmente levantados por autoridades locales para ser luego presentados como culpables ante los medios de comunicación sin un debido proceso judicial. Para su suerte -no le ocurre lo mismo a cientos o miles presuntos culpables que habitan el las cárceles mexicanas-  fueron liberados con un “disculpe usted” pero sin aclarar su inocencia ante los mismos medios a los que fueron presentados como malandros. “Queremos que no nos vean como delincuentes, somos personas que nos dedicamos al trabajo honestamente y honradamente, no tenemos ningún negocio ilícito. Que la gente sepa que somos inocentes”, es su única petición, que obviamente no ha sido cumplida.

Sobre los bloqueos de Guadalajara, también es recomendable leer “¿Qué hacer cuando la violencia nos ha alcanzado?” de Darwin Franco que, además de proporcionar algunas pautas de cómo informar con responsabilidad en las redes sociales sobre este tipo de acontecimientos y no caer en descalificaciones apresuradas que derivan en lapidaciones mediáticas la que sufrió Moisés Corona, nos narra la insólita oportunidad que se le presentó de discutir el evento en tiempo real con sus alumnos de periodismo. Darwin Franco concluye su articulo con esta gran reflexión:

“La violencia nos ha alcanzado a todos y eso nos exige un ejercicio más fuerte de nuestras ciudadanías porque la estabilidad no se conseguirá refugiándose en casa sino saliendo de ella, tomando las calles que siempre han sido nuestras para decirles a aquellos que las bloquearon que estamos aquí y no nos iremos.”

Otra muestra reconfortante de este ejercicio crítico y responsable de nuestra ciudadanía lo pudimos presenciar en Monterrey con la conmemoración de los seis meses de la tragedia del Casino Royale. Para recordarla,  el colectivo “+ Allá de la marcha” invitó a nueve personas para que leyeran textos a la sombra de las ruinas ennegrecidas del casino. Los artículos “Del dolor a la esperanza”, “Nota sobre la lectura de textos frente al Casino Royale” y “Elia Martínez Rodarte, a seis meses del Casino Royale, nos invita a salvar Monterrey” narran el emotivo evento y nos ratifican la posibilidad de una sociedad civil organizada que promueva un activismo pacífico y que luche contra la supuesta apatía que impera ante la violencia y la impunidad.  A partir de este mes, el colectivo tendrá un micrositio dentro de Nuestra Aparente Rendición donde podrán ir compartiendo con ustedes las actividades que lleven a cabo en Monterrey.

No cabe duda de que uno de los frutos más maduros de esta sociedad civil organizada y activa es el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD). Desde su formación, tristemente motivada por la muerte de Juan Francisco Sicilia, el MPJD ha recorrido la república escuchando a víctimas y regresándoles la voz que les pertenece y que tanto autoridades locales como federales se niegan a escuchar. Bajo la figura de Javier Sicilia, el MPJD ha recolectado dolores, sembrado esperanza y sentado las bases para la construcción de un movimiento civil no violento que consiga rescatar al país de las garras de la violencia cotidiana. Aunque parece que es tiempo de nubes bajas para el MPJD debido a amenazas, defecciones y críticas varias, desde Barcelona nos hemos tomado el tiempo para conmemorar su primer año de vida con este video y así reafirmar nuestro compromiso con su lucha.

Mientras tanto, en Estados Unidos una declaración de Leon Panetta volvió a encender las alarmas correctoras de la administración calderonista, que parece estar más pendiente de lo que se dice allende el Bravo que de las conmemoraciones y acontecimientos que he mencionado. “Yo pienso que el número de víctimas que los oficiales mexicanos mencionaron fue de 150,000” señaló el Secretario de Defensa de los Estados Unidos en su característico tono afable y pausado. El gobierno mexicano rápidamente desmintió la abultada cifra y, a través de la página de la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA), aclaró que la cifra citada por el ex-director de la CIA correspondía a todo el continente durante los primeros meses de 2011, y que en México durante ese período “sólo” habían acaecido 12,903 muertes como consecuencia de la violencia del narcotráfico, cifra que asciende a 47,500 en cinco años. Aunque en varios medios de comunicación y en nuestro conteo-nombramiento Menos Días Aquí tengamos cifras más altas, creo -como ya lo he mencionado en otros textos­- que hay que el gobierno federal debe de dejar de pensar en justificar su estrategia con números y centrarse en atender a las personas afectadas detrás de cada muerte, sean 1,000, 50,000 o 150,000 como mencionó Panetta. Debido a esto, la corrección me parece desvergonzada y cínica ya que al gobierno federal parece olvidar que estamos contando la extinción de vidas humanas y no de costales de sorgo. Por esta razón, Jorge Volpi, en su artículo “La cifra y la muerte”, cree que sólo cuando seamos capaces de transformar las cifras en vidas, nuestros torpes cerebros -y los de nuestros gobernantes, agregaría yo- serán capaces de comprender un poco la tragedia que nos circunda.

Finalmente quisiera destacar una noticia que fue mencionada en varios medios nacionales pero que no generó reflexión alguna ya que los analistas y tertulianos estuvieron más entretenidos con la visita del Papa Benedicto XVI y con el inicio de las campañas políticas. “Caen dos militares de EU. Buscaban unirse a Zetas” dice la nota de El Universal y trata sobre un sargento y un ex teniente del ejército de los Estados Unidos que intentaron ofrecer su expertise de muerte a los Zetas pero fueron capturados por que los supuestos capos a los que se dirigieron eran en verdad agentes encubiertos de la DEA. Más allá de los detalles de la operación, lo que me resulta grave es que el conflicto mexicano sea visto como oportunidad de negocio, ya sea de manera ilegal como pretendían hacerlo los militares, o de manera legal como lo están haciendo los contratistas militares y empresas de seguridad internacionales. Esto sucede porque la guerra es un jugoso negocio y aunque la administración del Calderón haya rehuido del término, México está en guerra y sufre de todos sus parásitos oportunistas. El maravilloso artículo de Diego Gómez Pickering “México, Siria y la (in)aparente rendición que los une” es una muestra de que, aunque no lo parezca, México está mucho más cerca de Siria y su sangriento conflicto que vemos a diario en los noticieros, que de los países de la OCDE o del G20, a los que se presume pertenecer.

Información adicional

  • Publicado originalmente en:: Alejandro Vélez Salas

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