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Especial: Crisis en México

El dolor propio y ajeno

Proyecto coordinado por Laszlo Erdely para El País Cultural. Montevideo, Uruguay

 

EL MÉXICO lindo y querido de nuestro imaginario se está muriendo. Ahora convivimos con otro, muy paradójico: el de la creciente -presente en los hogares uruguayos con cada vez más productos “Hecho en México”- y el de la violencia brutal, nacida de un cóctel explosivo que mezcla corrupción, pobreza, y un crimen organizado poderosísimo, el del narcotráfico. Algunos prestigiosos intelectuales mexicanos ya hablan de aniquilación

Fuimos a México para hablar con narradores, intelectuales, poetas y periodistas y comprender cómo están procesando la crisis, en un país donde el 60% nunca leyó un libro, o no lee nada. Qué caminos transitan para llegar a los agujeros negros donde nace la violencia. Qué dificultades se les plantea al intentar trasmitir el dolor propio y ajeno. Cómo ponen en palabras ese dolor, tan expansivo y carente de linealidad, y por ello tan subversivo para cualquier discurso o arenga política.

Un reportaje fotográfico de Guillermo Arias ilustra el viaje a lo largo del suplemento.

 

El País Cultural es un suplemento del diario EL PAIS, Plaza Cagancha 1168, Montevideo,

Teléfonos 29020115, 29023061, int. 281 al 285. Fax: 29027723

NI LOS PERIODISTAS, ni las autoridades gubernamentales ni militares, ni los analistas sociales, económicos y políticos (ni mucho menos los políticos) han logrado dar una explicación satisfactoria al fenómeno expansivo del narcotráfico, a sus múltiples aristas delictivas, y a la guerra que contra él dice librarse. Se los define e incluye en estadísticas, pero no se los comprende. Las milenarias cifras en muertos y las millonarias cifras en dólares tapizan en el continente americano uno de sus mayores episodios de barbarie, curiosamente suavizado, noticia de cuarto de hora sobre la que enseguida se deposita una capa de silencio (cuando no de cal). El fenómeno, sin embargo, existe, tanto que ha rebautizado todo aquello que toca, y en pocos años oír…
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Entendemos cosas que hace apenas unos meses nos hubieran parecido una ficción exagerada, como que algunos activistas se planteen cargar con una píldora de cianuro o que haya periodistas que pidan, por protección, una pistola. No vas a poder enfrentarte con una pistola, les dice alguien. No la quiero para defenderme, sino para que no me agarren vivo, contestan. Y lamentablemente sabemos que tienen razón. Porque éste es nuestro segundo pensamiento recurrente: Si han de agarrarnos, que no nos agarren vivos. A nosotros, a quienes amamos, a quienes caminan a nuestro lado en este recorrido de todos. Es terrible e incluso es absurdo, pero lo pensamos. Y también pensamos frases en verdad impensables y casi ciertas como “A mí no…
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Hemos llegado a una nueva gramática del espanto: enfrentamos una guerra difusa, deslocalizada, sin nociones de “frente” y “retaguardia”, donde ni siquiera podemos definir los bandos. Resulta imposible determinar quién pertenece a la policía y quién es un infiltrado. El trato con el crimen ha derivado en un decisivo desplazamiento simbólico. Si durante décadas nos protegimos de la violencia pensándola como algo ajeno, ahora su influjo es cada vez más próximo. Desde el arte, la instaladora Rosa María Robles anticipó esta resignificación del miedo. Su exposición Navajas, exhibida en Culiacán en 2007, incluyó la pieza “Alfombra roja” que no se refería a la pasarela donde los ricos y famosos desfilan rumbo a la utopía de Andy Warhol, sino a las…
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